Lo más probable es que ahora mismo tengas un cajón en casa lleno de cargadores de dispositivos electrónicos. Los teléfonos móviles antiguos, los nuevos, las tablets que hayas tenido, las consolas, terminales musicales, etc. Aunque muchos de esos cables parezcan siempre iguales, la realidad es que cada uno posee sus propias características.
Amperaje y voltaje
No vamos a entrar a explicar qué es el amperaje o el voltaje, ya que eso daría para un post bastante extenso sobre electricidad, y el tema no viene al caso. Sin embargo, sí que tenemos que matizar que amperaje y voltaje no son lo mismo, es decir, son conceptos diferentes y hay que respetarlos siempre.
Por ejemplo, si la batería de tu smartphone pone que soporta un voltaje de entre 100 y 220 W, lo ideal es que respetes esos valores cuando le conectes un cargador. ¿Ocurre algo si se pone uno más alto? Por supuesto: puede que la batería se hinche debido a ese exceso, que se sobrecaliente, que explote y salga ardiendo, que se termine rompiendo al no poder asumir esos guarismos y un largo etcétera de posibilidades.
Por otro lado, toca hablar del amperaje. Aquí vuelve a suceder lo mismo: lo correcto es que se respeten los valores que indica la batería o terminal en cuestión. No obstante, existen algunas diferencias. Por ejemplo, si marca amperaje 2 y tenemos un cargador de 1,5, la diferencia estará en que la carga será más lenta y la batería se puede dañar.
¿Y si es al revés, es decir, que hay más amperaje que el que marca la batería? Pues que si el circuito acepta valores superiores se cargará más rápido, pero lo normal es que sólo recurra a lo que demanda. Como decimos, lo ideal es que tenga los mismos valores, y si esto no es posible, al menos que el cargador sea superior a la batería.
Ahora que ya sabes este pequeño consejo, mira bien qué cable le pones a tu teléfono móvil, tablet, etc. Lo mismo puedes forzar la batería y quedarte sin ella…