MILF Manor es un reality show que busca ser polémico ya desde su concepción. El título del programa y el hecho de que madres e hijos compitan en el mismo grupo de citas es tan escandaloso que roza el delito. Incluso, en el programa se pide a las concursantes que participen en un juego con los ojos vendados para identificar a sus hijos solo por sus abdominales.
Y, por si fuera poco, hay robots.

Uno de los aspectos más curiosos del programa es la ausencia de un presentador tradicional. En cambio, los concursantes reciben instrucciones y alertas a través de mensajes de texto en iPhones proporcionados por los productores.
El hecho de que no haya un anfitrión real es cada vez más típico en este tipo de programas. Un ejemplo es The Circle, una serie de Netflix que fue tendencia en 2020. El programa consiste en concursantes que compiten para ser los más populares en redes sociales mientras viven aislados. Reciben tareas y retos a llevar a cabo a través de la televisión de sus casas.
Otro programa más reciente de Netflix también copia esta idea. Llamado Pressure Cooker, lleva este concepto un paso más allá al reemplazar el presentador por una impresora de cocina que envía desafíos y resultados de votaciones.
The Button, una serie de YouTube producida por Cut, lo lleva aún más lejos al presentar un gran botón parlante que brinda indicaciones cómicas y preguntas incómodas para las personas que se citan hasta que uno de ellos lo presiona, lo que indica el final de la cita y genera una nueva coincidencia.
La eliminación del papel de anfitrión en estos programas puede ser una medida de ahorro de dinero, ya que los reality shows son conocidos por ser muy económicos. Además, podría suceder que el papel de presentador de reality show no sea tan atractivo para figuras de alto perfil como lo era antes. En el pasado, personalidades reconocidas como Tyra Banks, Mario López o Donald Trump fueron vistos con frecuencia como anfitriones, pero esto ya no es así.

Esta tendencia también podría indicar un cambio en la forma en que las audiencias ven los reality shows, y es posible que la necesidad de la figura de un presentador no se considere importante o necesaria en el clima actual.
Aunque estos ejemplos anteriores son mucho más benignos que la idea de una IA que controla a un grupo de humanos en un reality show, esta tendencia puede derivar en un futuro distópico en el que eso podría suceder. O bien, un futuro en el que la IA y los robots se apoderen por completo de la industria del entretenimiento.