Los Power Rangers vuelven a estar de moda. Es algo extraño escribir esto en pleno 2023, cuando el fenómeno cultural de esta serie parece tan pasado que ni reinvenciones como la película de 2017 lograron el éxito esperado. Sin embargo, la nostalgia es algo cíclico y, con motivo del 30º aniversario de la ficción que conquistó el mundo, Netflix estrenará Mighty Morphin Power Rangers: Once & Always, un documental en el que el reparto original se reencontrará.
Echando la vista atrás, sobre todo a los nacidos entre los ochenta y los noventa se nos hace la boca agua al recordar a los Power Rangers. Las meriendas de sándwiches de nocilla mientras veíamos al equipo tripular un enorme Zord es algo que retenemos en nuestra memoria como el abrazo de un ser querido.
Sin embargo, su éxito no fue la gallina de oros que todos creen. Más bien, fue producto de la casualidad del momento y de la insistencia eterna de un hombre por hacer triunfar la serie nipona Super Sentai más allá de Japón.

¿Qué es Super Sentai?
Antes de ser los Power Ranger (y después de serlo, de hecho), el equipo de héroes con casco y poses divertidas tenían otro nombre: Super Sentai. Y para contar su historia nos tenemos que ir un poco lejos, concretamente a la Segunda Guerra Mundial.
Mientras en Estados Unidos creaban a Superman como respuesta a la guerra que estaba atenazando a todo el mundo, un símbolo de superación y poder, en Japón creaban a Godzilla. Para los nipones, hundidos en la derrota más humillante y desastrosa a la que se habían enfrentado, los estragos de la guerra (y en especial de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki) eran poco menos que las pisadas y los rayos asesinos de un monstruo gigantesco.
Tras la 2GM, Japón se inventó a los kaiju, liderados por Godzilla y acompañados por otras bestias como Gamera y Daimajin. Sin embargo, no todo podía ser tan terrible, y junto a ellos surgieron los superhéroes nipones; aquellos capaces de combatir contra robots y criaturas gigantescas sin apenas despeinarse.

Ultraman, Moonlight Mask o Kamen Rider se convirtieron, poco a poco, en las respuestas japonesas a los superhéroes que tan de moda estaban en los años cincuenta y sesenta. La fórmula no tenía desperdicio. Por una parte, tomaban la idea de los héroes americanos, con poderes especiales, trajes llamativos y el objetivo de combatir el mal por encima de todo. Y, por otra parte, aportaban sus propias peculiaridades: máxima tecnología al servicio de los héroes, máscaras que provocan el anonimato completo de los personajes y artes marciales llenas de poses exageradas que en occidente parecían ridículas.
Todos estos personajes surgieron como una copia poco disimulada de los superhéroes estadounidenses. Pero, tras pasar por el filtro nipón, adquirieron su propia personalidad y se convirtieron en referentes irredimibles para todo el país. Y, de entre todos ellos, hubo uno (o mejor dicho, un grupo) que destacó por encima del resto: Sentai.
En 1975, la cadena privada TV Asashi emitió el primer capítulo de Sentai, una serie que presentaba a un nuevo equipo de superhéroes. No eran muy distintos a Ultraman y compañía, pero el hecho de ser varios guerreros aumentó el interés del público. Al tratarse de un grupo de cinco personajes (aunque dependiendo de la temporada han sido más o menos), cualquiera podía verse identificado con alguno de ellos. Además, los colores de sus uniformes permitían una mejor representación del espíritu de cada héroe, e incluso cada uno contaba con un arma personalizada.

Tal fue el éxito de las dos primeras temporadas de Sentai (cuya traducción es, literalmente, “escuadrón de combate”) que la serie se convirtió pronto en Super Sentai, una evolución realizada en 1979 que tomaba como excusa la inclusión de robots gigantes. No solo los enemigos se convirtieron en espeluznantes mechas, sino que los propios protagonistas consiguieron sus propios robots dirigidos.
Con esta incorporación, la ficción creó unas reglas que ha mantenido a lo largo de sus más de 40 temporadas (ya más de 2.000 episodios emitidos). Además, en lugar de mantener una continuidad a lo largo de la serie, Super Sentai comenzó a renovar a su plantel en cada temporada, desde los personajes principales hasta los villanos a los que se enfrentan.

Supaidaman: llega el Spider-Man japonés
Super Sentai se convirtió en un éxito increíble en Japón, incluso más de lo que las series y películas de superhéroes americanos lo fueron en occidente. Dejando de lado las películas de Superman, los héroes estadounidenses no terminaban de calar en el audiovisual. Así que, con el objetivo de afianzar esta fuerza y trasladar Super Sentai a EEUU, Marvel Comics y Toei Company llegaron a un acuerdo en 1979.
El objetivo de ambas empresas era intercambiar ideas y conceptos para adaptarlos a su propia audiencia. Así, Super Sentai podría contar con villanos derivados directamente de Marvel y las nuevas ficciones de la editorial americana podían hacer lo propio con los elementos de Super Sentai. Sin embargo, el acuerdo derivó en algo que nadie esperaba: Supaidaman, el Spider-Man japonés.
Creada en 1978, esta serie mezclaba los orígenes originales de Spider-Man con otros elementos tomados de Super Sentai. De este modo, el Peter Parker de Tokyo contaba con otro tipo de poderes y con un robot gigante llamado Leopardon. Sin embargo, ni a los fans del superhéroe ni a la audiencia nipona le gustó la ficción, por lo que no tardó en cancelarse.

La odisea hasta llegar a Mighty Morphin Power Rangers
El intento por trasladar los elementos de Super Sentai a Estados Unidos fue aún más complejo. Después del fracaso de Supaidaman, el acuerdo se paralizó hasta que Haim Saban, empresario que se acabaría convertido en el máximo impulsor de la franquicia Power Rangers, puso el ojo en Super Sentai.
Durante su estadía en un hotel de Japón, en mitad de un viaje de negocios, Saban quedó impresionado al ver a cinco guerreros combatiendo el mal en un despliegue absoluto de efectos especiales. Entendía muy poco de lo que estaba viendo, pero apenas necesitó unos minutos delante de la pantalla para saber que aquello tenía un enorme potencial.
Sin embargo, su lucha solo acababa de comenzar. En aquel momento, los Super Sentai que estaban de moda eran los ecológicos de la serie Choudenshi Bioman, de forma que consiguió los derechos para producir, en 1985, Bio-Man. Saban invirtió mucho en el piloto de una serie que, según el empresario, podía conquistar el corazón de los niños americanos como ya lo había hecho con los japoneses. No obstante, fue rechazada por las mayores cadenas de televisión del país, por lo que el proyecto terminó aparcado.
Tres años después de que esto ocurriera, la empresa de Saban llegó a un momento álgido después de crear nuevas ficciones televisivas. Su nombre cambió de Saban Productions a Saban Entertainment, y consiguió triunfar gracias al desarrollo de series como The Karate Kid, un precedente que vaticinaba el éxito de sus series animadas X-Men o Spider-Man. Teniendo en cuenta su buena situación, Saban volvió a apostar por Super Sentai, pero en esta ocasión con un enorme lavado de cara.
Los Zords conquistan América
Mighty Morphin Power Rangers aterrizó en Fox Kids (el canal para niños de Fox, que más tarde llegó a España e Hispanoamérica) el 28 de agosto de 1993. Y, a los pocos días de su estreno, se convirtió en un fenómeno global. En cada hogar había hueco para un muñeco de Power Rangers y los críos no tardaron en convertir la serie en líder de audiencia.
A pesar de su replanteamiento para Estados Unidos, Power Rangers previno un posible nuevo batacazo, por lo que se planteó de forma que costara lo mínimo posible. Para ello, a pesar de contar con un casting occidental, Power Rangers aprovechó cientos de escenas de acción de Super Sentai para incorporarlas a su show. Lo único que tenían que hacer era montarlas para que encajaran con la narrativa de los episodios y doblarlas para mantener la voz de los personajes originales. Aunque los guiones americanos y japoneses no tenían nada que ver, el resultado era bien parecido en ambas historias, de forma que se convirtió en una estrategia ideal para abaratar costes.
Exacto, las personas que veías en la serie estadounidense de Power Rangers (a excepción de algunas escenas) eran los actores japoneses originales. Sus imágenes se mezclaban con las de los actores americanos (desconocidos por aquel entonces) para crear un extraño pero potencial espectáculo híbrido.
Cuando Power Rangers aterrizó en Estados Unidos, lo hizo de la mano de un elemento que provocó el éxito a la serie más allá de lo que lo habría hecho en otro momento: los dinosaurios. Basada en la japonesa Kyōryū Sentai Zyuranger, la primera serie de Power Rangers que llegó a Fox tenía como temática principal los animales prehistóricos.

Los Zords (robots gigantes con los que luchaban) que manipulaban los héroes tenían forma de dinosaurios, pterodáctilos o mamuts. Y daba la casualidad que, en 1993, el mismo año que se estrenó Mighty Morphin Power Rangers, llegó a los cines de todo el mundo Jurassic Park. Fue el blockbuster de verano más revolucionario de la década y sirvió para abrir una moda que se alargó hasta los 2000, cuando se estrenó Dinosaurio de Disney. La serie proveniente de Japón aprovechó el fenómeno y, al estar ligada a Bandai, lanzó una línea de juguetes que acompañó al show.
En las navidades de 1993, 1994 y 1995 —hasta que finalizó la serie en EEUU—, millones de críos en todo el mundo descubrieron bajo los envoltorios de sus regalos las figuras de acción de los Power Rangers. Junto a ellas solían venir grandes Zords de dinosaurios que ligaban a la perfección con los muñecos de Jurassic Park, y contaban con todo lujo de detalles: desde escenarios de cartón que reproducían a la serie hasta rostros intercambiables para pasar de “humano” a Power Ranger.

Power Rangers: la película
A medida que avanzaron las temporadas, Bandai continuó sacando más juguetes sobre Power Rangers, pero estos solo fueron la punta del iceberg del fenómeno. En vistas del éxito de la serie, Saban decidió financiar una película sobre la serie: Mighty Morphin Power Rangers: The Movie.
Estrenada en junio de 1995, la película tuvo un éxito moderado en su estreno, pues tan solo se había invertido en ella 15 millones de dólares. Pero, al llegar dos años después a España, Latinoamérica y Brasil, el fenómeno se extendió a niveles insospechados. Las entradas se agotaron el primer fin de semana y, durante el primer mes, se convirtió en la película más vista de la cartelera. Más allá de su limitado éxito en Estados Unidos, Power Rangers acababa de demostrar que era un fenómeno global.
Lejos de ceñirse a la serie original, el largometraje sucedía fuera de la continuidad de la serie y, en lugar de reciclar las imágenes de Super Sentai, todas las escenas fueron grabadas especialmente para el filme. Esto ayudó a lanzar las carreras de los actores protagonistas, y sirvió para continuar explorando a Power Rangers en nuevas temporadas y proyectos.
Después de diez temporadas, Disney hizo lo que suele hacer con todo éxito infantil: comprarlo. Desde el episodio número 27 de Power Rangers Wild Force, la serie pasó a emitirse en ABC Kids en lugar de en Fox Kids, y así se mantuvo, sin pena ni gloria, hasta que Haim Saban volvió a adquirir la franquicia en 2010. Desde ese momento, Power Rangers ha continuado emitiéndose en Nickelodeon, pero ahora se ha revitalizado con más fuerza que nunca.
Este artículo está basado en un capítulo del libro, del mismo autor, Efecto Tamagotchi.