A finales de 2015 comenzaron a surgir los primeros rumores sobre una posible eliminación de la conexión jack 3.5 mm del futuro iPhone (en ese tiempo y caso concreto, el iPhone 7). Muchos nos negábamos a creer por aquel entonces que eso fuera a suceder, pero llegó septiembre de 2016… y Apple lo confirmó: el iPhone 7 vendría sin su famosa entrada para auriculares. ¿Pero por qué sucedió esto?
La respuesta a esta eliminación tiene muchas explicaciones. De hecho, podríamos decir que no es sólo una, sino la suma de todas. Para empezar, la entrada para auriculares era de 3.5 mm de grosor. Si bien las dimensiones no eran grandes (el estándar), sí que la profundidad del mismo era un inconveniente para la manzana, ya que eran 14 mm. Teniendo en cuenta que cada poquito de espacio es un lujo en un iPhone, esto se notaba.
En segundo lugar, otro detalle importante era la resistencia al agua. Con el iPhone 7 se anunció esta importante característica tan común hoy en día. La salida del conector propició que se añadiera esta resistencia a líquidos, algo que ha quedado demostrado ser muy relevante para la vida útil del dispositivo.
Y en tercera y última posición, sería absurdo negar que también existe una finalidad comercial detrás de este movimiento. El conector jack posee más de un siglo de antigüedad. Apple quería deshacerse de este para meter nuevos auriculares y formas de reproducir el audio. La entrada Lightning fue un buen ejemplo, ya que no sólo servía para cargar, sino también para transmitir audio. A este se le sumaba la llegada de los AirPods, esos auriculares inalámbricos que tan bien funcionan.
Por todos estos detalles, Apple prescindió de la entrada para auriculares en sus smartphones. Una decisión polémica, pero que ha perdurado en el tiempo todavía a día de hoy.
