Esta semana, esperábamos con gran expectación la presentación en sociedad de la nueva inteligencia artificial de Google. Su nueva IA: Bard, basada en el sistema de lenguaje LaMDA, es la campeona de la compañía bajo el paraguas de Alphabet para plantar cara a ChatGPT, la IA de OpenAI.
La motivación (o desesperación) por parte de Google para sacar al mercado esta IA de búsquedas fue a más desde que se supo que la propia Microsoft había invertido varios miles de millones de dólares en OpenAI, y llegó a su cénit tan solo un día antes de la presentación de Bard, tras anunciar Prometeo, una IA de búsquedas para Bing y Edge.

A este robo de protagonismo por parte de su competencia, habría que sumarle un fallo de gran importancia que Alphabet y Google cometieron en su material promocional, y que les ha salido bastante caro (literalmente hablando).
En una entrada del blog de Google donde se publicita Bard y se habla sobre las bondades de este nuevo modelo de lenguaje, se publicaron varios ejemplos de respuestas a simples preguntas sobre varios temas. Una de las preguntas que podían verse era “¿qué nuevos descubrimientos del telescopio espacial James Webb puedo contarle a mi hijo de 9 años?”. La pregunta, como se observará, incluye cierta subjetividad interpretativa que un buscador normal no podría gestionar.
Una de las respuestas generadas ante dicha pregunta sobre el telescopio de la NASA dice “JWST tomó las primeras imágenes de un planeta fuera de nuestro propio sistema solar”. Y… no, no es cierto. La primera imagen tomada en la historia de la humanidad de un exoplaneta la captó el Very Large Telescope de Chile, en el año 2044.

El fallo, que podría parecer algo menor al tratarse de una IA que está dando sus primeros pasos (y cuyas fuentes de entrenamiento incluyen a Wikipedia y webs similares, donde se puede colar algún gazapo cometido por un usuario), fue el causante de que el precio de las acciones de Alphabet cayera en picado.
De 106,77 dólares a 98,98 dólares (el punto más bajo de cotización este pasado miércoles), el valor de mercado de la empresa matriz de Google bajó tanto que un simple fallo le costó la friolera de 120.000 millones de dólares. Y, todo ello, el mismo día que se realizaba la presentación oficial de la IA.
No ha sido uno de los mejores comienzos de Google, aunque observando de cerca algunos de sus más recientes fracasos comerciales, tampoco sería, ni de lejos, uno de los mayores errores de la compañía.