Cada vez está más claro que la animación japonesa no suele ser un buen material de partida para hacer un live-action. Si bien hay excepciones, sobre todo en el género seinen, por lo general las adaptaciones de anime suelen ser un desastre: y para ejemplos tenemos Dragon Ball Evolution, Death Note de Netflix o Attack on Titan de Shinji Higuchi.
Sin embargo, esto no frena los intentos de seguir llevando los animes más destacados a la gran pantalla. Es el caso del One Piece de Netlix y de Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El Inicio, la adaptación en imagen real de la mítica serie de principio de los años noventa.
Sean Bean como mayor reclamo
Encabezada por Tomasz Bagiński, director de varios cortometrajes de animación y nominado al Oscar en la categoría de mejor corto animado por Katedra, la película es una producción estadounidense de Sony apoyada por Toei Animation, el estudio japonés que cuenta con los derechos del manga.
Los Caballeros del Zodiaco, aun así, adapta libremente el manga, intentando respetar el lore pero llevándolo a un terreno más hollywoodiense. La historia cuenta cómo una diosa de la guerra se reencarna en el cuerpo de una niña (Iseman) mientras Seiya (Mackenyu), un huérfano de la calle, descubre que está destinado a protegerla y a salvar el mundo. Pero solo si puede enfrentarse a su propio pasado y convertirse en Caballero del Zodiaco.

La película cuenta con la nada desdeñable cifra de 60 millones de dólares en la producción y se estrena el 28 de abril en Japón. Poco después se estrenará en Estados Unidos y en España aterrizará el 25 de mayo. El principal atractivo del filme, más allá de la propia IP que adapta, es la aparición de Sean Bean.
El actor de El Señor de los Anillos y Juego de Tronos encarna a Mitsumasa Kido, quien en el anime original encontró a Aiolos de Sagittarius en sus últimos momentos de vida y tuvo un pequeño papel pero muy trascendental. Esto es casi un spoiler, teniendo en cuenta la fama de Sean Bean, de lo que ocurrirá con él en el largometraje: sí, lo más probable es que volvamos a verlo morir.

Sea como sea, la película busca cambiar el mal sabor de boca de las adaptaciones tradicionales de anime. Pero he de decir que, por lo visto hasta ahora, no está claro que vaya a conseguirlo: ojalá me equivoque, pero apesta a un nuevo Dragon Ball Evolution.
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