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La próxima película de Scorsese será sobre Jesucristo y tiene todo el sentido del mundo

Scorsese ha hecho muchísimas películas con tintes religiosos, tratando el catolicismo, y otra película sobre Jesucristo no sería para nada una rareza

La próxima película de Scorsese será sobre Jesucristo y tiene todo el sentido del mundo
Álvaro Arbonés

Álvaro Arbonés

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Cannes nos ha dado muchos momentos memorables, pero probablemente ninguno tanto como la conferencia de prensa en la que Martin Scorsese ha declarado que su próxima película, tras Killers of the Flower Moon, será una película sobre Jesucristo. Tras una gira por Italia, que le ha llevado junto a otros artistas de toda clase a estar en una presentación ante el Papa Francisco, este les dijo que el trabajo de los artistas «ayuda a ver a Jesus, a sanar nuestra imaginación de todo lo que oscurece su rostro» siendo el deber de los artistas «no explicar el misterio de Cristo, que en realidad es inagotable; sino hacernos tocarlo». Y en relación a eso, Scorsese ha decidido ponerse manos a la obra del único modo que conoce: con una película.

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Mucha gente puede quedarse extrañada. Martin Scorsese y Jesucristo pueden sonar como dos cosas que no están ni cerca. No para quien no conozca bien la obra de Scorsese. La realidad es que el cristianismo siempre ha estado muy presente en su obra, siendo una parte explícita de varias de sus películas, además de un elemento pivotal implícito de la mayoría del resto. Scorsese es un buen chico católico y eso lo dejan ver sus películas. Algo que vamos a demostrar en este artículo.

La culpa es un tema presente en muchas de sus películas

Si hay un tema prominente en las películas de Martin Scorsese ese es de la culpa. Muchos de sus personajes están movidos por la culpa que sienten por sus acciones, por la vida que han llevado, incluso cuando no se dice explícitamente dentro de la película. Esto es algo que está muy asociado con el catolicismo, que no se encuentra en prácticamente ninguna otra religión y que nisiquiera es tan predominante o importante en otras ramas del cristianismo como lo es en el catolicismo.

Por eso películas como Shutter Island, El Irlandés, Malas calles o Infiltrados tratan exactamente de esto. De personas atenazados por la culpa, de lo que han hecho y de la consciencia de que no pueden redimirse ante los ojos de Dios, de las personas a las que quieren o de sí mismos. Por eso son películas tan impactantes. Que nos tocan tan de cerca, especialmente al público europeo. Porque reconocemos algo muy cercano a nuestra cultura que está normalmente ausente del cine de Hollywood, pero que está muy presente en el cine de Martin Scorsese.

Silencio es una película que habla explícitamente sobre la duda religiosa

Si bien es cierto que la culpa es la columna vertebral del catolicismo, es innegable que el sistema nervioso de esa culpa no es otro que la duda. Si bien a la iglesia le gusta olvidar, de forma conveniente, que la duda no sólo no es condenada, sino celebrada y parte intrínseca de la experiencia de la comunión con Cristo, sin duda no existiría la culpa que se alivia ante la presencia de dios. Excepto cuando todo lo que nos queda ante el hecho de que Jesucristo se sacrificó por nosotros es el silencio de Dios.

Silencio, película estrenada en 2006 y que adapta la novela homónima del japonés Shūsaku Endō, parte de esta premisa. Jesucristo murió en la cruz para salvarnos, por lo cual Dios no necesita comunicarse con nosotros, porque estamos salvados de antemano. Esto significa que no importa cuanta culpa sintamos o cuantas dudas tengamos: Dios ya nos ha demostrado que está ahí y estamos salvados. Esto en una película de casi tres horas sobre unos misionarios jesuítas en el Japón del siglo XVI, donde el cristianismo estaba prohibido, lleva a algunos de los planos y secuencias más estéticamente espectaculares de la carrera de Scorsese, y una de sus películas con un mensaje más implícito. Sólo hay silencio. Dios no va a responder ante ninguna plegaria. Tienes que creer en la salvación porque Jesucristo porque murió en la cruz por los pecados que habrás cometido. Ahora tendrás que vivir a través de la vida con esa culpa y esa duda.

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Ni siquiera sería la primera película que hace sobre Jesucristo

De hecho, la culpa y la duda son parte central de una película de Martin Scorsese que fue extremadamente polémica y cuya figura protagonista fue ni más ni menos que Jesús de Nazaret. Porque La última tentación de Cristo, película que adapta la novela homónima de Nikos Kazantzakis y cuyo guion escribió Paul Schrader —el cual, por otra parte, también tiene una marcada obsesión con el catolicismo—, es una de sus películas más celebres y controvertidas. Particularmente, dentro de la propia iglesia católica.

No siguiendo los eventos que narran los evangelios, sino recreando lo que podrían ser los últimos días de Jesús al ser tentado de múltiples maneras por Satanás, la película nos cuenta cómo Jesús fue primero humano y después divino. Eso significa que este es un Cristo que erra, que siente culpa, y que si bien se redime y acaba en la cruz, sólo lo hace tras demostrar que el proceso de aceptar a Dios debe ser consciente. No sirve de nada que Jesús se deje crucificar en la cruz por ser el hijo de Dios si este no acepta de forma voluntaria y con entusiasmo ser crucificado. Algo que el propio Scorsese sabe que no casa con el catolicismo institucional de nuestros días, pero sí con el catolicismo primitivo del propio Jesucristo.

Ni sobre líderes religiosos en general

De hecho, la necesidad de la aceptación de la posición propia independientemente del destino divino es algo mucho más oriental que occidental. Es algo que ni siquiera está presente en absoluto en el cristianismo no-católico, donde la condena y la salvación es dictamen divino sin intervención humana. Por eso no debería extrañarnos que la siguiente película de Scorsese tras una película sobre Jesucristo fuera sobre otro líder espiritual: sobre el Dalai Lama.

En Kundun adapta la biografía de Melissa Mathison, cuenta la vida de Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, el líder político y espiritual del Tibet en el exilio. Narrando ese exilio, su intento de luchar por el bienestar de su pueblo y finalmente, la aceptación de su posición cuando al final de la película le preguntan si es el Buda, contestando «Considero que soy su reflejo, como la luna en el agua», la película refuerza la posición lo que ya contaba La última pasión de Cristo. La divinidad no es algo garantizado por el nacimiento, sino por los actos. Al ver a Jesucristo o al Dalai Lama, vemos a la mejor versión posible del ser humano, con sus dudas y sus logros, y por eso, nos sentimos inspirados. Porque en última instancia, eso es lo que busca retratar Scorsese: cómo la experiencia humana está mediada por esa consciencia de que, al menos en vida, nunca tendremos respuestas a cómo nos sentimos.

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Álvaro Arbonés

Álvaro Arbonés

Periodista cultural y escritor con especial interés en lo audiovisual y todo lo que se pueda jugar. No he venido a hablar de mis libros, pero siempre puedes preguntarme por ellos si tienes curiosidad.

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