Los asteroides esconden todo tipo de secretos. Si bien cada poco tiempo se descubre un nuevo asteroide que podría pasar cerca de la Tierra (algunos más peligrosos que otros), estas grandes masas sólidas de roca y metal son auténticos vestigios del propio universo que pueden mostrarnos detalles sobre este que desconocíamos por completo.
Ahora, la NASA acaba de apuntarse un nuevo tanto en la historia de la ciencia espacial al recoger en paracaídas la mayor muestra extraída de la superficie de un asteroide. La encargada de extraer dicha muestra de rocas fue la nave robótica OSIRIS-Rex, que fue enviada hace años al asteroide Bennu, de 500 metros de diámetro.
Según recoge Reuters, la nave OSIRIS-REx liberó la cápsula con la muestra al pasar a 107.826 km de la Tierra, y aterrizó en una zona designada al oeste de Salt Lake City, un extenso campo de entrenamiento y pruebas del ejército estadounidense ubicado en Utah.

Con esto, la NASA pone fin a una misión conjunta de seis años entre la agencia espacial estadounidense y la Universidad de Arizona. OSIRIS-REx se lanzó en septiembre de 2016 y llegó a Bennu en 2018. Tras pasarse dos años orbitando el asteroide, la nave pudo pasar lo suficientemente cerca como para tomar una muestra del material suelto de la superficie con su brazo robótico el 20 de octubre de 2020.
Se trata de la tercera muestra de asteroide, así como la más grande, que se devuelve a la Tierra para su análisis, tras dos misiones similares de la agencia espacial japonesa que finalizaron en 2010 y 2020.
Al igual que otros asteroides, Bennu es una auténtica reliquia del Sistema Solar primitivo. Dado que su química y mineralogía actuales prácticamente no han cambiado desde su formación hace unos 4.500 millones de años, este objeto astronómico podría esconder valiosas pistas sobre los orígenes y el desarrollo de planetas rocosos como la Tierra.