Cuando los videojuegos más populares salen en Japón, es habitual que haya empleados que llamen al trabajo alegando estar enfermos para poder echarle horas en las llamadas, por ejemplo, “vacaciones Pokémon” o “vacaciones Zelda”. Pero lo que algunos trabajadores de Amazon han hecho allí es una mezcla de caradura y valentía que solo podía pasar en el país nipón.
Viaje a Hyrule pasando por Amazon
La revista Shukan Bunsun es la que ha destapado un escándalo a pequeña escala en los almacenes de Amazon de Kanagawa, donde se destaparon dos casos de personas que decidieron que iban a tener el ‘Tears of the Kingdom’ antes que nadie. El primero fue un hombre de 21 años que entró en la empresa con un plan: firmar un contrato de repartidor, robar el juego antes de que saliera a la venta y no volver a aparecer por allí.
Y al principio el plan le salió perfectamente: el 12 de mayo fue fichado por la gran empresa y unas pocas semanas antes del gran lanzamiento de ‘Tears of the Kingdom’, simplemente, dejó de aparecer por el almacen. Cuando su jefe llamó a casa, su madre le dijo que se pasaba el día jugando a videojuegos. Bueno, concretamente a uno, claro: Zelda. Hay un final feliz para la historia (excepto para el empleado): devolvió la copia después de pagarla y fue despedido de manera inmediata. Por lo que sea, no se quejó de despido improcedente.
El otro caso fue el de un señor de 24 años recién contratado que tenía planes similares, pero al mismo tiempo totalmente diferentes. Cuando dejó de aparecer por el trabajo en lo que su jefe creyó que eran unas “vacaciones Zelda“, la sorpresa fue comprobar que había robado todo tipo de merchandising, desde aMiibos hasta mandos para revenderlos lo antes posible. Gran sorpresa: fue despedido de manera fulminante.
En realidad, el reportaje de la revista no va de la gente que ha hecho triquiñuelas para conseguir el Zelda, sino de un problema mucho mayor en Amazon dentro del país nipón: el de la gente que entra a trabajar en sus almacenes solo para robar todo lo que quiera y después marcharse con viento fresco. La empresa no quiere hacer un mundo de ello y dejarlo en simples anécdotas, pero los jefes exigen medidas mucho más duras y disuasorias. Y es que, ¿cuántas veces habéis oído eso de “Y si no me pillan”?
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