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La increíble historia de cómo el Monopoly se convirtió en el mayor enemigo de los nazis

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La increíble historia de cómo el Monopoly se convirtió en el mayor enemigo de los nazis
Randy Meeks

Randy Meeks

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Año 1941: la II Guerra Mundial asola Europa, y los prisioneros británicos caen en manos de los nazis a puñados. Sin embargo, un buen puñado de ellos parecen estar fugándose con éxito de las cárceles alemanas. ¿Cómo es posible? ¿Qué se les estaba pasando por alto a los carceleros? Se habían asegurado de que no recibieran nada más allá de lo estrictamente necesario: ropa, comida y un juego de ‘Monopoly’ para mantenerles entretenidos.

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Salga de la cárcel

“Vaya a la cárcel. Vaya directamente sin pasar por la casilla de Salida y sin cobrar las 20.000 pesetas”. Si tuviste un ‘Monopoly’ en los años 90 sabes perfectamente el caladero de horas que podía durar hasta que alguien decidiera retirarse de la partida o se arruinara comprando hoteles. Es el juego capitalista por excelencia (aunque naciera con la idea contraria en 1903) y es difícil contar algo sobre él que no se sepa.

Pero hay un periodo en el que quizá lo que menos importaba en el mundo era el ‘Monopoly’: obviamente, durante la II Guerra Mundial. Y sin embargo, se convirtió en un aliado indispensable para que los soldados apresados se libraran de la cárcel. Pero, ¿cómo? Todo empieza con un hombre, Christopher Clayton Hutton: soldado, escapista, empleado del servicio secreto, inventor al estilo Q de las películas de James Bond. Fue a él al que se le ocurrió la gran idea de juntarse con Waddington’s, la empresa de juegos de mesa que, entre otros, publicó ‘Cluedo’ por primera vez. Pero no para presentar un nuevo juego de mesa que entretuviera a los niños durante la guerra, sino para… sacar a los suyos de prisión.

El kit de escape que pasó por delante de los nazis como si fuera ayuda humanitaria contenía un mapa de seda de diferentes países europeos en el que se marcaban los pisos francos, los lugares a los que ir, cuchillos, brújulas en miniatura, trozos de metal (todos ellos haciéndose pasar por piezas reales), cuerda y, lo que es aún mejor, dinero real… situado exactamente bajo el dinero del juego. Pero, ¿cómo es posible que nadie se diera cuenta?

Oculto a plena vista

Como si de una película se tratara (y raro es que nadie haya hecho el biopic todavía), Waddington’s y Hutton escondieron los mapas y los utensilios dentro de los tableros de Monopoly: al ser de seda y no de papel, los mapas aguantaban bien el agua y podían esconderse fácilmente en un lugar pequeño. Además, como no hacían ruido, no llamaban la atención de los guardias. No es que tuvieran que averiguar todo esto ellos solos: antes de ir a una misión, los británicos ya sabían que los falsos Monopolys existían.

Es posible que estés pensando que no tiene ningún sentido que los enemigos permitieran que sus encarcelados jueguen a juegos de mesa, pero lo cierto es que la Convención de Ginebra permitía que las ONGs los enviaran para mantener la mente activa. Además, los alemanes pensaron que, mientras jugaran, no harían planes de escape. Spoiler: sale mal.

Estos juegos se podían confundir fácilmente con Monopolys reales, y la única forma en la que los presos podían saber que se trataba de su llave hacia la libertad era por un punto rojo en la casilla del Parking Gratuito. Obviamente, después de usarlos, los soldados debían destruir los juegos para que los alemanes no supieran cómo habían conseguido escapar. Puede parecer sacado de una película de ‘Misión Imposible’, pero lo cierto es que miles de soldados capturaron se escaparon así. Se puede decir, sí, que consiguieron una carta para salir de la cárcel.

Randy Meeks

Randy Meeks

Redactor especializado en cultura pop que te escribe en webs, revistas, libros, redes sociales, guiones, cuadernos y servilletas si no hay más sitios donde dar la chapa

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