La relación entre Google y Europa no está pasando por su mejor momento. Esta semana, la Comisión Europea ha presentado una demanda antimonopolio contra Google y su negocio publicitario. La Comisión afirma que el gigante tecnológico habría abusado de su posición dominante en el mercado de la publicidad digital y sugiere la venta de parte de su división publicitaria si la empresa fuese declarada culpable de los cargos.
“Nuestra preocupación preliminar es que Google puede haber utilizado su posición en el mercado para favorecer sus propios servicios de intermediación“, dijo en un comunciado Margrethe Vestager, la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión a cargo de la política de competencia. La Comisión Europea afirma en sus conclusiones preliminares que Google habría “abusado de sus posiciones dominantes” desde 2014 como mínimo con el fin de favorecer su negocio publicitario.
El negocio publicitario de Google es básicamente su principal vía de ingresos, por lo que la recomendación de la Comisión Europea, de cumplirse, podría dañar en gran medida a la compañía. Google ya ha sido multada en Europa hasta en tres ocasiones por motivos antimonopolio, pero tan solo se le exigió cambiar su conducta empresarial.
Los cargos presentados son de gran relevancia, aunque no quiere decir necesariamente que Google sea declarada culpable. La compañía ahora deberá responder a la demanda y solicitar una audiencia ante el órgano regulador europeo con el fin de presentar sus alegaciones. Tras la audiencia, la Comisión deberá deliberar si Google ha infringido o no la legislación antimonopolio de la Unión Europea.
Y no es poco lo que se juega Google con esta demanda. En el caso de que fuese declarada culpable, la Comisión Europea podría multar a la compañía con hasta el 10% de sus ventas mundiales, así como imponerle cambios en su actividad empresarial.
Este es el segundo encontronazo de Google con la UE en una sola semana. Hace unos días, la Comisión de Protección de Datos de Irlanda, la principal autoridad de protección de datos en nuestra región, denegó a la compañía el lanzamiento de su chatbot Bard en territorio europeo por no haber recibido a tiempo la información que se le requería acerca de la IA.
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