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¿Qué fue del Furby? El juguete “creepy” de los noventa

Descubre la historia del Furby, el juguete mágico de los noventa

¿Qué fue del Furby? El juguete “creepy” de los noventa
Juan Carlos Saloz

Juan Carlos Saloz

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La entrada al siglo XXI fue algo compleja. Ya a finales de los noventa comenzaron los preparativos para el cambio de milenio, pero lo que muchos no esperaban es que fuera un cambio tan significativo como lo acabó siendo. Y es que, mientras a nivel social el terrorismo adquiría una nueva dimensión tras las Torres Gemelas, el mundo pasaba por la mayor revolución de los últimos siglos: el salto digital.

Este gran salto se materializó pronto en forma de internet, una revolución que acabó marcando a todos y provocó que todos llevemos siempre un móvil en el bolsillo. Sin embargo, el salto digital también llegó en forma de juguetes, y hay dos que marcaron la diferencia respecto al resto: el tamagotchi y el furby.

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Mientras el primero de estos juguetes era una mascota digital que dio pie a un fenómeno que vendría después en forma de Pokémon, Digimon y mucho más, el segundo era directamente un robot apto para todos los públicos. Con una primeriza versión de Inteligencia Artificial que era casi como el ChatGPT de la época, Furby se convirtió en la mascota de muchos... y aunque tenía un lado creepy evidente, pocos niños de la época nos dábamos cuenta de ello.

The Furby Craze of the '90s and the Ongoing Popularity of Furbies

¿Qué fue del Furby?

Con su característico parecido a los gremlins —aunque sus creadores defiendan que se acerca más a un hámster o un búho— el Furby fue un juguete indispensable para los niños de los noventa. Se trataba de un pequeño monstruo que nos trataba como a sus amos, así que estaba a nuestro servicio, como si de M3gan se tratase.

Nosotros, como criaturas con apenas conciencia sobre la responsabilidad, éramos los encargados de que no les faltara de nada. Sin embargo, eran tan reales que incluso llegaban a provocar pesadillas. Al fin y al cabo, eran robots que se movían, pestañeaban e incluso hablaban.

Diseñado por la empresa norteamericana Tiger Electronics, el Furby consiguió vender más de cuarenta millones de unidades en sus tres primeros años de vida. Tal y como destacaron los diarios de la época, fue el primer intento exitoso de producir y vender un robot a nivel nacional. A pesar de que los ingenieros llevaban años intentando comercializar experimentos similares al Furby, hasta la salida de este invento no se dieron cuenta de que era posible conquistar a los niños con la robótica. 

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Un hito tecnológico

El entretenimiento que ofrecía el Furby era indiscutible, pero su mérito iba más allá. Fue un hito de la ingeniería; el primer juguete capaz de conquistar el mundo con tecnología punta. Su éxito demostró lo que se confirmaría en los siguientes año: que los hijos de la burbuja iban a traer consigo la evolución del analógico al digital.

El Furby incorporaba un sistema de lenguaje muy singular. Al principio tenía la capacidad de hablar en su propio idioma, el furbish. Pero, a medida que pasabas tiempo con él y le hablabas en tu propio idioma, sustituía aquellas extrañas palabras por el lenguaje del usuario en cuestión. No es de extrañar que los chavales de la época probáramos la misma estrategia con nuestros perros, pájaros o tortugas.

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Además, el juguete también incorporaba un sistema de infrarrojos con el que podía comunicarse con otros juguetes de su «especie». Si algún niño contaba con más de uno de estos juguetes, podía observar cómo hablaban entre ellos bajo su mirada atónita. Gracias a sus originales sistemas, revolucionarios para la época —pero anticuados al poco tiempo—, el Furby se convirtió en un compañero de aventuras como nunca habíamos imaginado tener.

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Cualquier habitación de un niño nacido a finales de los noventa contaba con uno de estos especímenes. Solo el primer año, la compañía vendió más de 27 millones de unidades. Aunque su precio inicial era de treinta dólares —nada barato si lo comparamos con lo poco que costaba un Tamagotchi o un muñeco de acción—, al agotarse los ejemplares en muchas tiendas de juguetes, se abrió un feroz mercado de reventas.

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En las navidades de 1998, el juguete llegó a costar más de cien dólares en segunda mano. Su publicidad fue tan efectiva que ningún padre podía negar a su hijo la adquisición de uno de estos muñecos en Navidad.

Tras la compra de Tiger Electronics por parte de Hasbro, el juguete llegó a un espectro mucho mayor de lo que estaba previsto. A lo largo de los años, el Furby ha evolucionado a nuevas generaciones que, en algunos casos, han tenido relativo éxito. Pero ningún Furby de tercera o cuarta generación, por más que tenga paneles de LCD en los ojos, ha llegado a la trascendencia de los juguetes que llevaron la Inteligencia Artificial a los hogares.

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Juan Carlos Saloz

Juan Carlos Saloz

Periodista cultural especializado en cine, series, cómics, videojuegos y todo lo que tus padres intentaban que evitaras en tu infancia. También director de cine en ciernes, guionista y liante profesional.

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