Marvel siempre ha mirado hacia Japón, creyendo que ahí había todo un mundo en el que desarrollarse. Primero fue con las series de televisión tokusatsu de Spider-man o Battle Fever J y, después, con un intento de llegar a un nuevo público contando nuevas historias que ellos entenderían. A inicios de los 70, Spidey intentó convertirse en un héroe nipón cambiando a Peter Parker por un tal Yu Komori, que era mucho más violento que el original. No nos engañemos: realmente, era un poco más de lo mismo que los primeros números de Lee y Ditko, pero con un nuevo diseño. Eso sí, al mismo tiempo, hacía su aparición el Gigante Esmeralda en un manga tan oscuro que ni siquiera se ha intentado publicar fuera del país.
Haruku: Monsutaa Komiku
Hulk nació en 1962 a los albores de la guerra fría y el miedo atómico, y sus primeros cómics, donde su tez gris escondía una especie de Doctor Jeckyll y Mister Hyde de saldo, no hacían imaginar que se convertiría en un personaje clave para entender los cómics (y la vida) del siglo XXI. Y, sin embargo, solo ocho años después ya estrenaba su propio manga preparando el desembarco Marvel en Japón. Solo que de Bruce Banner quedaba poquito.
En ‘Haruku: Monsutaa Komiku’ el protagonista era el Doctor Araki, un superviviente de Hiroshima cuyos padres murieron en el estallido nuclear. En un cúmulo de mala suerte (y un poco de masoquismo), va a Nevada para trabajar en la bomba gamma, donde conoce a Ricky Tendo (Rick Jones) y Mitsuko (Betty Ross). La historia de la creación del monstruo es la misma, pero no tanto lo que vino después.

Y es que este Hulk llora. Mucho. Se enfurece, se hace superfuerte y no para de lagrimear una y otra vez, con unas historias similares y al mismo tiempo radicalmente diferentes de las que escribiera Stan Lee en su día. Y es que el cómic es desconocido hasta para los más fans de la empresa. Tanto, que ni en este periodo donde los seguidores necesitan tenerlo absolutamente todo se ha reeditado en inglés, permaneciendo como un punto lejano de la historia de la gran M.
Curiosamente, aunque podría pasar por una maniobra comercial desesperada, detrás de este manga está Kazuo Koike, el autor de esa obra maestra que es ‘Lobo solitario y su cachorro’, mientras que los dibujos, con un aire a lo Tezuka innegable, son de Yoshihiro Morifuji. Morifuji aprovechó que Hulk no era conocido en Japón para plagiar viñetas y portadas al gusto, por cierto, incluyendo los efectos de sonido en inglés. El que no triunfa es porque no quiere.