Apreciado por los coleccionistas y codiciado por estrellas como Jay-Z o Kim Kardashian West, el Cartier Crash se ha convertido en uno de los relojes más populares del mercado del lujo.
Directamente sacado de los años 60, su forma de reloj goteante se parece más a uno de los relojes surrealistas que pintaba el artista español Salvador Dalí, que a un reloj para famosos. El Cartier Crash también tiene una historia de origen tan inusual como su diseño.
Una leyenda que -seguramente- es mentira
La leyenda comienza en 1967 en Londres, cuando un cliente llegó a la boutique Cartier de New Bond Street para reparar un reloj dañado en un accidente de coche.
Al parecer, el calor del accidente había derretido la caja ovalada. Jean-Jacques Cartier, bisnieto del fundador Louis-François Cartier, quedó “tan seducido por la forma que decidió reproducirla”.
Pocos están convencidos de este cuento, ni siquiera la nieta de Jean-Jacques, Francesca Cartier Brickell, cuyo relato es más directo. En su libro de 2019 “The Cartiers”, escribió que su abuelo y el diseñador Rupert Emmerson ajustaron el ya popular modelo Cartier Maxi Oval para clientes leales que exigían relojes únicos, diseñados a medida.
Se dieron cuenta de que se podía hacer que una caja de metal pareciera “como si hubiera estado en un accidente” “pellizcando los extremos en un punto y poniendo un pliegue en el medio”, explicaba en sus memorias.
Según Benjamin Clymer, fundador de la web de relojes de lujo Hodinkee, independientemente de cómo naciera el Crash, el mito no ha hecho, sino aumentar su caché cultural.
Su primera tirada fue exclusiva
Se cree que de esta primera producción sólo salieron una docena de relojes. La forma irregular del Crash hizo que su fabricación resultara laboriosa, y los números romanos y las agujas en forma de espada característicos de Cartier resultaban difíciles de leer para los clientes.
El reloj no fue un éxito inmediato. Una de las estrellas de cine más importantes de la época, Stewart Granger, fue uno de los primeros clientes, aunque devolvió el suyo a la semana porque era “demasiado inusual”, según Brickell.
No obstante, fue un acontecimiento importante para la filial londinense de la empresa, que en aquella época sólo vendía relojes Cartier procedentes de Francia y Suiza.
Se cree que el primer Crash se vendió por unos 1.000 dólares (unos 9.000 dólares actuales). Sin embargo, en los últimos años su valor se ha disparado en el mercado de reventa.
En 2021, un modelo de 1970 se vendió por más de 900.000 dólares en la casa Sotheby’s de Ginebra, estableciendo un récord para el modelo. Menos de un año después, un original de 1967 excepcionalmente raro volvió a batir el récord al venderse por más de 1,65 millones de dólares.
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