Google ya anunció en noviembre que no permitiría extensiones ajenas a su tienda en Chrome. Ahora la compañía ha confirmado que el cambio se aplicará a partir de Chrome 33, además con efecto retroactivo: aunque la extensión ya esté instalada, será deshabilitada automáticamente por Chrome si no proviene de su Store.
Google permitirá dos excepciones: instalaciones ejecutadas a través de su “política de grupo” o en “modo desarrollador”. Esto es, básicamente, una manera de instalar extensiones para poder probarlas antes de lanzarlas a la Chrome Web Store, que se va a convertir en el único repositorio de extensiones posible.
Una actualización, muchos cambios
Aunque el cambio pueda parecer menor, no debe pasar desapercibido el giro de política llevado a cabo por Google en los últimos dos años. En Android la gran mayoría de funcionalidades se están moviendo de Android Open Source Platform a Google Mobile Service. El antaño “sistema abierto” depende cada vez más del paquete de aplicaciones Google, que se ha metido hasta en el launcher. Google ya negocia con Samsung (el mayor vendedor de Android del mundo con diferencia) que elimine sus apps propias que duplican funcionalidades de las Google Apps. Samsung, en un intento de no depender de Google, intenta darle vida a Tizen OS, de momento sin éxito.
Paralelamente, Google parece mover a Chrome hacia Chrome OS, a pesar del poco calado que el sistema operativo en la nube ha tenido entre los usuarios. Siendo ahora las apps de Chrome exportables a iOS y Android, parece que Google imagina un escenario en el que cualquier app o extensión se compra a través de una de sus dos tiendas, Chrome Web Store y Google Play, sin importar la plataforma. Lo que significaría el 30% de cada transacción, incluso dentro de las apps.
