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Un juego de película que nos ha salido rana

jonathan.riggall

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Desde que existen videojuegos, Disney no ha dejado pasar la ocasión de publicar adaptaciones para ordenador y consolas de sus títulos más significativos. Por eso no es raro que ahora tengamos entre manos Tiana y el Sapo, el juego oficial de la película del mismo nombre, que supone el regreso de la productora a la animación tradicional.

Raramente los juegos de este tipo de licencias se convierten en grandes títulos, al menos desde hace algunos años, y es que Disney prefiere hacer otras inversiones en merchandising antes que en el videojuego de rigor. Con Tiana y el Sapo ha ido incluso más lejos en este aspecto, pues si la adaptación de Up nos llegó para todas las consolas, el juego que nos ocupa sólo nos llega a las plataformas tradicionalmente más casual: Wii y DS.

Érase una vez en Nueva Orleans

Tiana y el Sapo es fiel al argumento de la película. Así, todo empieza cuando en la vida de Tiana, una chica que vive en Nueva Orleans de principios del siglo XX, se cruza el príncipe Nadeen, que por culpa de un hechizo está transformado en rana. El príncipe pedirá a la joven que le de un beso, un sólo beso, y así recuperará su aspecto humano.

Tras el beso, las cosas no van como el príncipe esperaba –quizás porque Tiana es una camarera y no una princesa, como él se cree- y no sólo Nadeen seguirá siendo rana, sino que la chica también adquirirá esta forma.

Así, los dos transformados en anfibio, empezarán una aventura que los llevará a recorrer el bayou –el paisaje acuático típico de Louisiana, lleno de insectos y otros animales- en busca de la sacerdotisa vudú que los podrá curar de su maldición.

Saltando por el bayou

Este argumento es la excusa perfecta para crear un juego de plataformas en el que debemos recorrer el bayou realizando misiones para los personajes que nos vayamos encontrando.

La mecánica es muy sencilla, en todo momento llevamos a Tiana, que convertida en rana recorre la zona corriendo o saltando. El control es muy simple, con la cruceta para movernos y un botón para saltar o balancearnos con la lengua si estamos en el aire y podemos agarrarnos a algo. Cabe decir que este control funciona correctamente, como en los juegos de antaño.

En cada fase habrá objetos que debemos recoger para superar las misiones o como extras –para recuperar vida o conseguir más puntuación al final de la fase.

Lo cierto es que, como plataformas, Tiana y el Sapo es un juego bastante monótono, pues las fases se parecen mucho entre ellas y siempre encontramos el mismo tipo de obstáculos. Si algo tiene de diferente es nuestro fiel compañero Ray, una luciérnaga que nos será de gran ayuda.

Y es que Ray dispone de varios recursos que, algunas veces nos sirven de simple ayuda y otras son necesarios para superar la misión. Esta pequeña luciérnaga tiene la propiedad de convertir a los enemigos en plataformas, muelles o soportes para que Tiana se cuelgue.

Con estas tres opciones el juego pierde –un poco- de monotonía, pues deberemos usarlos adecuadamente para acceder a sitios elevados. En cambio, otro de los poderes de Ray le hace perder mucha gracia al juego.

Y es que este personaje tiene la capacidad de guiarnos hasta lo que estamos buscando, y en un juego en el que siempre se trata de buscar personajes u objetos, saber dónde están las cosas en todo momento le hace perder puntos.

Unos minijuegos muy pobres

Unas plataformas nada complejas se ven complementadas por diferentes minijuegos. Lo que en otro juego hubiese sido una bocanada de aire fresco, dadas las opciones táctiles de DS, en Tiana y el Sapo se vuelve un añadido de lo más prescindible.

Uno de los que más deberemos usar es el de cocina, en el que después de buscar los ingredientes deberemos realizar una receta. Pero no, no os esperéis un Cooking Mama, aquí todo es más simple y, por tanto mucho más aburrido.

Aunque para colmo, tenemos el minijuego de jazz. En determinados momentos algunos personajes nos animarán a tocar con ellos y nos aparecerá una interface táctil en la que deberemos tocar teclas.

Lo que podría haber sido un juego de habilidad resulta ser un freestyle sin gracia ninguna. No hay reto, no hay puntuaciones, no hay posibilidad de que nos digan que lo hemos hecho mal. Basta aporrear el teclado y nos dirán que somos unos músicos geniales. Toda una decepción, tratándose de un juego basado en una película que también habla de los inicios del jazz.

Made in Disney

En lo que al aspecto gráfico se refiere, Tiana y el Sapo es un juego bastante cuidado. Aunque no hay escenas cinemáticas –cuando se relata algo se hace con imágenes fijas- el in-game del juego es vistoso. Los personajes están bien diseñados, así como los escenarios –otra cosa es que sean tremendamente repetitivos- haciendo que el juego sea agradable a la vista y muy “made in Disney”.

De la música no se puede decir lo mismo. Sí, las composiciones jazz son adecuadas, pero en los momentos de plataformas se repiten eternamente y las acabaremos aborreciendo. Lo mismo con unos efectos de sonido logrados, pero poco variados.

Ni rastro de voces, una pena en un juego basado en un musical. Hubiésemos agradecido, por ejemplo, una escena cinemática inicial con imágenes de la película y música original cantada por el elenco. Pero quizás es pedir demasiado para un producto hecho simplemente “porque hay película y hay que hacer juego”.

Nos salió rana

Lo cierto es que los últimos juegos basados en películas Disney no han sido espléndidos, y Tiana y el Sapo no es una excepción. Disney encarga a terceros juegos basados en sus productos y parece que no se preocupa demasiado del resultado final.

De acuerdo, lo que decimos siempre, estamos ante un juego enfocado al público infantil, pero los niños también tienen cierto nivel de exigencia, y es una pena que la magia que desprenden algunas películas y personajes de Disney no se vea reflejada en el terreno del videojuego.

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