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Análisis de Monster Hunter World Iceborne: Una expansión tan grande que es casi una secuela

Análisis de Monster Hunter World Iceborne: Una expansión tan grande que es casi una secuela
Daniel Caceres

Daniel Caceres

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A primera vista, Monster Hunter World: Iceborne es la expansión con contenido endgame de Monster Hunter World, toda una tradición ya en la serie. Los veteranos ya saben que encontrarán misiones más difíciles, nuevos monstruos más agresivos, armamento avanzado… Pero Iceborne además añade novedades inusuales que o bien ofrecen más variedad o bien hacen que los combates y el grindeo sean más divertidos. Si sumamos todo su contenido, más que una expansión, Iceborne es casi casi toda una señora secuela.

La gran novedad de Iceborne no son sus monstruos sino un añadido tan pequeño como el Gancho Retractil. Este artilugio cambia drásticamente los combates, e incluso te invita a rejugar misiones del contenido original. El gancho te permite, pues eso, engancharte a los monstruos una vez los has dejado temporalmente noqueados. Una vez aferrados a sus pieles o escamas, puedes atacar aún más las heridas para que sean más vulnerables a tus ataques o bien empotrarlos contra un muro y atontarlos aún más.

El Gancho Retráctil por un lado hace que los combates sean más emocionantes, pero también ayuda a acelerar el proceso de grindeo. Si necesitas romper una parte específica del cuerpo de un monstruo para conseguir el objeto imprescindible para forjar la armadura que quieres, el Gancho te ayuda a centrarte en dañar la zona que te interesa. Además, “ablanda” esa zona para que sea más fácil de dañar con tus armas normales.

Lo habitual es que una expansión de un Monster Hunter añada misiones nuevas sin mucho contexto. Iceborne incluye una aventura totalmente nueva que de forma inesperada nos convierte en secundarios para poner a nuestra ayudante en el foco principal. La trama no deja de ser una excusa para matar al próximo Mega-Monstruo, pero se agradece este intento de darle más sentido a lo que hacemos.

Arroyo de la Escarcha no es solo una nueva zona más. Este mapa helado contiene suficientes elementos únicos como para justificar que nos perdamos en sus escenarios durante decenas de horas. Depende de dónde se produzca el combate en Arroyo de la Escarcha, el encuentro será muy, muy diferente. Porque no es lo mismo enfrentarse a un monstruo en una zona con nieve que te llega hasta las rodillas que luchar mientras columnas de aire te van lanzando hacia arriba de forma inesperada.

Seliana, la nueva base de operaciones de Iceborne, es compacta y tiene todos los recursos importantes cercanos. Ya solo eso la convierte en una base mejor que Astera, la base del World original. Seliana tiene además un montón de detalles opcionales que le dan mucho encanto: puedes personalizar tu cuarto para que encaje con tu rollo, invitar a tus amigos a las termas…

Iceborne no solo añade casi la misma cantidad de nuevos monstruos que hizo el juego original, sino que además todos ellos son geniales tanto en diseño como en patrones de ataque. No existe ni un solo bajón de calidad. Tenemos a Banbaro, un wyvern brutal cuyas astas le permiten coger cualquier roca, que cambiará de tipo elemental dependiendo del lugar en el que estéis luchando. Tenemos variantes sorprendentes de monstruos ya conocidos como Paolumu Somnus; ahora el murciélago puede provocar insomnio en cazadores despistados. Y tenemos dragones como Namielle, cuyo ataques y diseño será mejor que descubras por ti mismo.

La combinación de monstruos nuevos, regreso de monstruos de entregas anteriores y variantes es perfecta. Además, muchos de estos recién llegados no aparecerán en misiones propiamente dichas, sino que debutarán durante exploraciones. Tendrás vida y tiempo ilimitados para aprender sus movimientos o debilidades antes de enfrentarte a ellos en unas condiciones más peliagudas. En cuanto a sus debilidades, el Monster Hunter World pecaba de depender mucho de armas de trueno y de dragón; con este plantel tendrás que explotar el resto de armas elementales como fuego, hilo o agua, añadiendo más variedad a la jugabilidad.

Toda esta atención y cariño provoca que los fallos de Iceborne destaquen aún más. Por suerte, no son gran cosa y no estropearán tu experiencia. Por ejemplo, World nos presentaba 8 rangos de armas y armaduras en un pack de misiones que duraban 40-50 horas. Iceborne dura más o menos lo mismo pero solo tiene 4 rangos nuevos. Tardas mucho en cambiar de arma o de atuendo y eso se nota. En cuanto a la historia, repite el mismo pecado que World: hay momentos en donde todo se detiene y tienes que rellenar una barra de tareas repetitivas. Por suerte, cuando ocurren estos momentos siempre puedes contar con sus monstruos increíbles y su perfecto sistema de combate.

Hay tanto de que hablar en Iceborne que he dejado el plato principal del resto de expansiones, las misiones difíciles (de Rango G en otros juegos) para el final. Hay un motivo por el que solo puedes acceder a Iceborne si te has pasado antes el juego original: sus misiones son extremadamente difíciles y hostiles, como su zona helada. Las condiciones serán injustas al principio, pero las victorias tras fracasar y fracasar serán gloriosas. En World solía acabar muchas de las misiones mucho antes de los 50 minutos, pero en Iceborne he llegado al límite muchas veces por la cantidad de vida de los monstruos y por su ferocidad.

Hay mucho contenido en Monster Hunter World: Iceborne. Tanto que para experimentarlo todo, incluyendo su atractivo contenido endgame, habría que dedicarle al menos cien horas. Ver eso en una expansión ya es de por si todo un logro. Pero lo genial de Iceborne es que todo su contenido es de calidad o, en muchos ámbitos, mejora lo que vimos en World. Es prácticamente una secuela inesperada, pero bien recibida, que ha dejado el listón muy alto para la próxima gran entrega de la serie.

Daniel Caceres

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